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martes, 14 de octubre de 2014

¿Por qué al cine francés si le salen las cuentas?




Se titula Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho? y es la comedia del año en Francia. Ya ha seducido a 12 millones de espectadores en territorio francés, a casi tres en Alemania y cuenta con una secuela en la recámara, confirmada ayer por sus responsables, atónitos ante un éxito que salvará las cuentas del cine francés en 2014. La película, retrato de una familia de burgueses ultracatólicos enfrentados al amor de sus hijas por hombres de otras etnias y confesiones, será el plato fuerte del ciclo Tu cita con el cine francés, organizado a partir de este jueves en Madrid, Barcelona y Sevilla por Unifrance, organismo responsable de promover la cinematografía gala más allá de sus fronteras. En el programa figuran siete títulos recientes, representativos de un cine marcado por una envidiable diversidad, que sigue demostrando una salud de hierro.

Si todo prosigue como en los últimos meses, el cine francés protagonizará en 2014 una impresionante recuperación. En lo que va de año, las películas producidas en Francia han vuelto al primer lugar en términos de cuota de mercado, que en septiembre se elevaba al 46,3%, por encima del 45,7% del cine estadounidense, según cifras del Centro Nacional del Cine (CNC), equivalente francés del Instituto de la Cinematografía español. En total, se sitúa 12 puntos más arriba del 32% que las películas francesas sumaron en 2013, su peor año desde finales de los noventa. Desde enero, las películas galas han sumado 151 millones de entradas, casi un 13% más que en el ejercicio anterior.


El impresionante éxito de la citada comedia interreligiosa y de otros títulos como Lucy, dirigida por el francés Luc Besson, han contribuido a este desenlace. Pero esa no es la única razón que valga. Las cifras también responden a una serie de medidas de emergencia, adoptadas a principios de año por el Gobierno francés para contrarrestar el annus horribilis que supuso 2013. El cine francés cuenta con un marco fiscal distinto al de sus vecinos. Para empezar, el ejecutivo no solo renunció a subir el IVA del 7% al 10%, como había contemplado inicialmente, sino que lo hizo descender hasta el 5%, alineándolo con el del libro y el teatro. En España, el impuesto sobre cada entrada se eleva al 21%.

Además, el Gobierno bajó el precio de las entradas para los menores de 14 años a solo cuatro euros. Iniciado en enero, el dispositivo habría generado ocho millones de entradas adicionales en el primer semestre de 2014. El impacto general ha sido beneficioso, ya que los menores suelen ir acompañados por sus padres. “Es un problema de voluntad política. En los lugares donde los gobiernos no se ha comprometido con la cultura, como España o Italia, el cine ha acabado hundiéndose, lo que siempre acaba abriendo la puerta a los productos hollywoodienses”, argumenta el presidente de Unifrance, Jean-Paul Salomé. Las subvenciones al cine francés no proceden del presupuesto que el Estado destina a la cultura, sino del coste de las propias entradas: el 11% del total de cada billete se destina a un fondo público para financiar la producción francesa. Además, desde 1936 existe en Francia otra excepción europea: a los trabajadores discontinuos del audiovisual se les permite cobrar el paro entre un empleo y el siguiente, a cambio de cotizar 500 horas anuales. “Este sistema de ayudas, que funciona desde el final de la Segunda Guerra Mundial, se erige sobre una política pública al servicio del cine”, explica la directora del CNC, Frédérique Bredin. “Setenta años después de su invención, el modelo demuestra su eficacia. Somos el primer productor de cine y el país más cinéfilo de Europa”.

Para el presidente de Unifrance, el éxito no es, en este aspecto, sólo cuestión de calidad: “No es un problema de más o menos talento. Se trata de un círculo vicioso. Cuando falta dinero, el producto suele ser peor y el público no acude a las salas. Hay tantos buenos cineastas en España como en Francia. La diferencia es el sustento y la reglamentación que aporta el Estado”, añade Salomé, director de cintas como Espías en la sombra o Arsène Lupin.

Más allá de las instituciones, el propio sector ha contribuido a encontrar soluciones ingeniosas. A las llamadas Primaveras del cinecon entradas a precio reducido en toda Francia, se suma el éxito de los abonos ilimitados que permiten ver tantas películas como se desee por menos de 20 euros mensuales, en distintas cadenas, de las más comerciales a las de arte y ensayo. “Las soluciones ingeniosas también resultan claves para dinamizar este paisaje”, opina la directora general de Unifrance, Isabelle Giordano, periodista estrella de la radio pública y anteriormente del Canal Plus francés, reconvertida en embajadora del cine de Francia por todo el mundo.

Para Giordano, el apoyo estatal también resulta fundamental. “El mercado libre no es malo, pero la regulación es necesaria”, afirma. Al frente de Unifrance, Giordano se encarga de gestionar una entidad creada en 1949, cuando los poderes públicos entendieron que la cultura era necesaria para reconstruir una sociedad arrasada, pero también para hacer llegar la voz de Francia a todos los rincones del planeta. Desde entonces, Unifrance se ha encargado de promocionar los títulos franceses tanto en las salas de estreno como a través de festivales como el que empieza esta semana en España (se organizan otros similares en Nueva York, Londres, Shanghái o Seúl). “Es una estructura única en Europa que no ha dado mal resultado. Hoy somos los segundos exportadores mundiales de cine tras Estados Unidos”, afirma Giordano.
El País.

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